viernes, 6 de septiembre de 2013

Sociedad de Gritos

I
Un hombre recuerda, viejas noches de antaño
El día en que despertó a punta de un grito ajeno
No fue pesadilla ni fue de espanto
Fue el grito largo, agudo y ensordecedor
Fue el grito ajeno que lo despertó y lo levantó
El hombre aquel por la ventana miró
Y al momento simplemente el grito cesó
Cuenta el hombre que a los días después
Un nuevo grito de sí mismo lo sacó
Un nuevo grito acompañado de otro
Más agudo, más ensordecedor, más ajeno
La diferencia ahora, eso sí, es que no cesó
Ni uno ni el otro calló, y no tiempo no faltó
Para que se sume otro grito, un tercero
No durmió aquel hombre esa noche
Con la cabeza hinchada de dolor a grito ajeno
Dos días pasaron y un cuarto llegó
El cual al paso invitaba al quinto
Sexto y séptimo llego luego, y octavo
Octavo que precede al noveno
Noveno que invita al décimo
Décimo que ya llegaba enero
Y el calor de las noches los gritos sumó y sumó
A los años y meses ya no aguantó
Y nuestro hombre ya desesperó
La cabeza a la ventana asoma, caliente y sin sombrero
Que hinchada la tiene de tanto grito que grito
Y nuestro hombre, aquel hombre gritó
Sin saber si vigésimo, trigésimo o enésimo
Nuestro hombre, aquel hombre gritó
Con la fuerza de la garganta que no afinó ni preparó
Nuestro hombre, aquel hombre gritó
Sin saber a cuál vocal empuñó
Nuestro hombre, aquel hombre gritó
Sin mirar, que los ojos cerró
Nuestro hombre, aquel hombre gritó
Como si cuchillo o pistola que disparó
Nuestro hombre, aquel hombre gritó
Y quién sabe si perro alguno que ladró o si gato tal vez se molestó
Nuestro hombre, aquel hombre gritó
Y si alguien más en otra ventana se sumó
Nuestro hombre, aquel hombre gritó
Pues gritó, grito que gritó y gritó
Nuestro hombre aquel hombre gritó
Gritó una vez y gritó otra vez
Nuestro hombre, esa vez sí que gritó.

II

Un hombre recuerda, viejas tardes de antaño
Camina por calles que oscuras no son
Ojos cerrados por no cesar el grito
Oídos tapados por no oír el ajeno grito
No se chocan ni se miran
-no se gritan entre ellos-
Solo al aire se lanza el grito
Y quien lo acoja sea desafortunado

(al menos creo, piensa el hombre
Ya los tacos no se escuchan).

III

Un hombre recuerda, viejas mañanas de antaño
Camina por calles llenas de gritos y
Grito
Gritó, nuestro hombre aquel hombre
Gritó y gritó y olió
Y abre los ojos porque vio
Vio una mano, y una pierna, vio unos labios
Vio otra mano, y unos ojos, ojos que miran
Vio un cuerpo que sentado
Vio un cuerpo que callado
Vio un cuerpo, y vio su pelo, y su figura
La vio el hombre y observó
Observó el hombre y por fin cayó
Cayó el hombre que por fin calló
Calló el hombre que ahora caminó
El hombre se acercó y una mano tocó
Unos ojos miró, el hombre al fin
Al fin el hombre, por ella volvió
Nuestro hombre, aquel hombre volvió
Nuestro hombre, aquel hombre
Por su escritura, por su lectura, el hombre cayó

El hombre calló.