sábado, 16 de febrero de 2013

Salud, Dinero, Amor

UNA HISTORIA SOBRE CUANTAS VECES DEBES ESTORNUDAR

Se trata de un hombre de edad promedio, con una alergia espeluznante que de daba cada primavera, a mediados de Septiembre, entre empanadas y cueca. Un día se encuentra en la micro, escucha música mientras viaja a su casa. Es 20 de septiembre, y la alergia lo ataca. Estornudó una vez, y una señora a su lado dijo algo. "¿Qué dijo, perdón?" le preguntó el hombre, quitándose los audífonos. "Salud, señor", repitió la mujer a su lado - una mujer ya anciana, con una nariz larga, puntiaguda, y con una horrible verruga -, y el respondió "gracias". Pasan un par de segundos, y el hombre volvió a estornudar, y la mujer volvió a decir algo. La escena se repitió, solo que ahora la señora le había dicho "Dinero; solo le falta amor". El resto del viaje, no hubo estornudos. 

En la tarde, tomaba once con su madre, un tecito, pan, y quizá un poco de palta. Estornudó mientras rebanaba un pan, y su madre al instante dijo "Uf! Salud!". Él, antes de dar las gracias, volvió a estornudar, y su madre el dijo "Dinero". "Sólo me falta amor" dijo el hombre, y hubo risas, pero no más estornudos. Al final de la comida, el hombre mira a su madre y dice: "Hoy en la micro estornudé dos veces, la primera me desearon salud y la segunda dinero, pero no estornudé la tercera en la que me desean amor. Ahora me volvió a pasar lo mismo. ¿Será algo bueno?". "No sé, son solo cosas que dice la gente, mi niño". 

Pero, efectivamente, pasaron los años, y el hombre comenzó mejorar su salud. En solo un año la alergia no lo atacó más, se curó de un problema que tenía en el tobillo, y la vista le mejoró. Además comenzó a irle mejor en el trabajo, lo ascendieron dos puestos tres años, y comenzó a vivir en los barrios altos de la capital, solo, y ganando millares con solo mover un dedo y contestar el teléfono. Lo tenía todo, todo, expcepto una mujer o una familia.

 Un día de aquellos viajaba a la oficina en un auto de esos carísimos, cuando se encontró con la señora de la nariz puntiaguda en un semáforo. La mujer se le acerca con paso lento, y casi misterioso, y le dice: "Buenos días, joven. Me doy cuenta que desde la última vez que nos vimos le ha dio mejor, pues puedo ver claramente como es que ahora cuenta con buena salud, y mucho dinero. Pero a la vez lo veo solo en ese auto carísimo. ¿No cree que debió estornudar una tercera vez?". El hombre la mira un instante, piensa, y luego le dice: "De haber estornudado una tercera vez, claro, tendría una mujer. Pero tendría que compartir mi salud y mi dinero, así que no... con dos estornudos estoy bien. Muchas gracias, señora!". El semáforo dio luz verde, y partió.