lunes, 1 de agosto de 2011

Malas Ideas

Miraba el techo, con los brazos y piernas extendidos en su cama. El televisor se encontraba prendido desde hace dos horas, en las cuales no veía ni siquiera las copuchas del mundo de los famosos. No veia ni la hora en el despertador, ni en el teléfono, y para qué... "De todos modos", pensó, "nadie se va a morir por que falte a trabajar". Sonrió, y siguió durmiendo.

Qué sorpresa se llevaría al jueves siguiente, cuando se entere de que tiene que ir a velar a Don Hector Cubillos.